La revolución de las princesas Disney

Magia, castillos, hadas, príncipes y princesas eran los temas principales de las películas. Donde la felicidad y el poder del amor verdadero dibujaban un mundo ideal en el que vivir. 

Sin duda, Disney sigue en la mente y los corazones tanto de los más pequeños como de los mayores de la casa y es que sigue creando los personajes más afines con la realidad del momento y enseñándonos día a día, con sus originales personajes, la importancia del empoderamiento de la mujer y de todas sus increíbles cualidades. 

Veamos, a continuación, cuál ha sido la evolución de las personalidades e historias de las princesas Disney.

Cada princesa un reflejo de su época

La revolución de las princesas Disney ha sucedido muchos años después de que la primera princesa Disney, Blancanieves, cautivara la gran pantalla en el año 1937. La dulce niña era un reflejo ideal de cómo debían ser las mujeres en su época. Dóciles, bajo la protección de una figura masculina, cuidadosa con los quehaceres de la casa y la familia… y, sobre todo, muy incauta y confiada. Alegre y risueña era salvada por los siete enanitos y, posteriormente, por su amor eterno, el Príncipe. 

Años después, en 1950, el estreno de La Cenicienta consiguió enamorar a todos gracias a su gran valentía y coraje. Sometida al yugo de su madrastra y sus hermanastras, la joven doncella debe llevar a cabo todas las tareas domésticas, acompañada, de nuevo, por sus fieles amigos, los animales.  Quienes, en esta ocasión, pueden interactuar con ella, creando así la especial magia que siempre consigue Disney.  Disney consiguió enseñarnos la gran importancia de la amistad, la honestidad y generosidad. Nos mostró que, lo primordial no es la belleza exterior, sino también la belleza interior. 

El inicio del cambio

Fue en los inicios de la década de los 90 cuando Disney refuerza la imagen de la mujer cómo una mujer que lucha y que ya no sólo se dedica a tareas más domésticas y que siempre buscan el amor y amparo de una figura masculina. El gran magnate de la fantasía y la magia ha sabido a la perfección evolucionar y adaptarse a los nuevos cambios de la sociedad. 

Y, en el año 1991 se inicia un cambio en las princesas Disney, con el estreno de La Bella y la Bestia. Manteniendo su magia característica y la dulzura de la protagonista, Bella tiene una personalidad diferente a sus predecesoras. Es independiente, lista, inteligente y capaz de valerse por ella misma. Su principal motivación es conseguir luchar por sus propios sueños e ilusiones, y rechazando y haciendo frente a quienes siguen pensando que la mujer debe ser tan solo una esposa. El amor y la magia siguen siendo los protagonistas, enamorándose del verdadero interior de la Bestia y rompiendo así los hechizos que caen sobre él. De nuevo demostrando la importancia de la belleza interior de cada persona. 

Aladdín, revelada en 1992, y Pocahontas, estrenada en el año 1995, continúan en la misma dirección que Bella. Manteniendo el amor, la magia y la mágica y fiel relación con los animales y la naturaleza tan características de Disney. Mujeres capaces, que buscan encontrar su propio camino, y que transmiten a sus espectadores la importancia de ser una mujer fuerte, inteligente y valiente. 

El empoderamiento de la mujer en el cine

Y es en 1998 cuando las princesas Disney tienen a su primera representación guerrera. Una mujer fuerte y luchadora que persigue su propio destino a través de la obstinación: Mulán. Su tan esperado remake, previsto para este año 2020, mostrará en versión “carne y hueso” a la princesa que abrió la veda a un mundo nuevo de fantasía.

Con ella, la revolución de las princesas tomaba su actual camino en sintonía con la sociedad, dando paso a sus sucesoras que, aunque mantendrán la magia de la compañía, emprenderán sus propios viajes llenos de aventuras. Desmarcando así al amor verdadero y a los príncipes.

Elsa y Anna (Frozen), transformando el amor de un hombre por el amor a la familia, son dignas representantes de las mujeres actuales y, a través de ellas, los pequeños de casa crecen sin estereotipos de género, entendiendo que tanto hombres como mujeres pueden ser, y son, iguales en todo lo que se propongan.

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